Cuentan de un estudiante salmantino que, llegado a Granada con el fin de recavar fondos para sufragar sus estudios, reparó en un anacrónico soldado, vestido con armadura y portando una lanza. Acercóse a preguntarle y éste le respondió que penaba desde 300 años ya por una maldición, lanzada por un alfaquí musulmán, que le conjuró a custodiar por toda la eternidad el tesoro de Boabdil, otorgándole licencia para salir de la estancia del botín sólo una vez cada cien años. El estudiante, interesado en su problema, y avisado de las riquezas que podría hallar en el escondrijo, le ofreció su ayuda.
Debía buscar una joven cristiana y un sacerdote en ayuno para deshacer el hechizo. El joven consiguió a la primera sin esfuerzo, pero el único cura que estuvo dispuesto a acompañarle estaba aquejado de gula impenitente. A mitad de conjuro, el clérigo se abalanzó sobre los manjares que estaban preparados para el final del sortilegio, rompiendo la tregua del hechizo, y dejando dentro, de nuevo y para siempre, al soldado encantad
Una leyenda muy curiosa Amparo ¡Ay! la gula del clérigo que impidió deshacer el hechizo.
ResponderEliminarBesos de Espíritu sin Nombre.
Cualquiera se quedaba sin comer..
EliminarPor culpa de un cura tragón, el pobre soldado se quedó maldito para siempre. Una leyenda muy bonita.
ResponderEliminarBesos
Pobre soldado, anda que no debería pasar hambre ..Besos.
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