Hay amores de verano que duran ratitos. Cinco minutos, dos horas, tres meses o todo un año. Llegan , se van y se cierra el capítulo en el mismo lugar que lo vio empezar. Estas historias son el ejemplo de que no hace falta un amor interminable sino un amor que lo parezca mientras esté durando.
Mira, con éste me vivía yo no una sino hasta dos vidas.
ResponderEliminarGracias por visitar mi blog y dejar tu huella.
Muchos besos
Perdona Juli, éste lla esta cojido , Gracias por visitarme
EliminarBeso.